Las empresas hacen cosas que intercambian con personas. Dependiendo de cómo concibas a las personas, así te plantearás las cosas que haces.
Si concibes a tus clientes como eso, como “simples” clientes, tu pensamiento se encaminará a crear productos con buenas prestaciones. Pero si añades tres capas de interés y concibes a tus clientes también como ciudadanos, seres humanos y seres vivos, tus creaciones tenderán a incluir beneficios que no sólo son las prestaciones del producto. Entrarás en el ámbito de las vivencias positivas y la gente no vendrá a ti sólo por tus productos (que son imitables), sino también por cómo eres (eso es único) y sobre todo por cómo les haces sentir (eso es inolvidable).
Así de simple … y así de rentable.