Leo en el libro «Las culturas fracasadas» de José Antonio Marina el siguiente párrafo:
«Harold Lasswell explicó -años 40 del siglo XX- en la Encyclopaedia of the Social Sciences que cuando las élites carecen del requisito de la fuerza para obligar a la
obediencia, los administradores sociales deben recurrir a una técnica totalmente nueva de control, en gran parte a través de la propaganda.
Escribe Lasswell que ‘un sistema de adoctrinamiento que funciona correctamente tiene varias tareas, algunas de ellas bastante delicadas. Uno de los objetivos son las masas estúpidas e ignorantes. Deben mantenerse así, desviadas con hipersimplificaciones emocionalmente potentes, marginalizadas y aisladas. Idealmente, todo el mundo debería estar solo ante la pantalla del televisor viendo deportes, culebrones o comedias, privado de las estructuras organizacionales que permiten a los individuos que carecen de recursos descubrir lo que piensan y creen en interacción con otros, formular sus propias preocupaciones y programas y actuar para hacerlos realidad. Así, luego, se les puede permitir, incluso alentar, a ratificar las decisiones de los que son mejores que ellos en elecciones periódicas.»
Tú mismo.