Listado de la etiqueta: Inteligencia ética

El otro día mi mujer ayudó a un hombre ciego a elegir su camisa, porque no sabía a ciencia cierta de qué color era. Él acudió a la app, y el algoritmo eligió a mi compañera para atenderle.

Él con su smartphone haciendo una videocall desde Rio de Janeiro. Ella recibiendo la llamada en Guadarrama (Madrid).

Fueron 30 segundos.

Los dos felices.

¡Magia!

La fantástica app se llama BeMyEyes

(El campo a desarrollar es impresionante).

En este documental Ikea nos dice sin «ti» no hay nada que hacer. Ahora bien, no hace trampas.

Agradezco que un gigante como Ikea hable de la crisis ecológica del planeta desde un mensaje de esperanza, poniéndonos en el centro como consumidores-ciudadanos, pero sin enmarcarnos en esa narrativa de «todos somos responsables»,  «tenemos lo que nos generamos» …

Me gusta que dé un paso al frente y asuma el compromiso real de crear productos sostenibles inspirados por la economía circular, con calidad y precios asequibles. Así, está haciendo algo mucho más importante que ser una empresa sensible a los tiempos; está haciendo posible que millones de personas puedan ser éticas consigo mismas, comprando como ya piensan.

Desde este compromiso Ikea está siendo a la Sostenibilidad lo que J.K. Rowling a la Lectura.

Valle de Lozoya. Madrid.

La foto corresponde a una vista del Valle de Lozoya, unos 70 km al norte de la ciudad de Madrid. Está tomada desde una curva de la carretera M-611 donde hace treinta años nuestra profesora de Fotointerpretación, Ana Sabaté, nos brindó una lección magistral sobre el terreno, de apenas 10 minutos.

A lo largo de mi vida he leído cientos de libros y artículos relacionados con la investigación social. De la inmensa mayoría de ellos no recuerdo nada, en cambio de lo aprendido ese día de la primavera de 1988, cuando Ana nos llevó a mirar desde esa curva, sí puedo identificar lo que aprendí: mirando al paisaje se ve el tipo de sociedad que lo produce.

Boooooom!!

Que en lo materializado (el paisaje, la consecuencia) se manifiesta lo sutil (la sociedad, la causa). Que en la manifestación de lo visible hay que aprender a leer lo invisible que lo rige.

El investigador en mi ensanchó su visión del mundo.

Ese día la maestra y los compañeros constituimos una comunidad educativa efímera, que duró en el tiempo cronológico apenas las ocho o nueve horas que nos tomó el trabajo de campo por el Valle de Lozoya, pero que mientras viva a través de mí, me acompaña, no ha terminado.

De hecho, paseando hoy por el lugar, la estampa de este invierno tardío me ha conectado directamente con Ana Sabaté, lo que es una prueba palpable de la huella indeleble que deja en uno la maestría del enseñante, gracias a que su enseñanza está viva, está siendo creada minuto a minuto en un acto pedagógico interminable. Y quien recibe la enseñanza toma esa sustancia viva y la in-corpora haciéndola suya, y ahí queda, impregnando su visión del mundo.

Ese encuentro de materias vivas es la belleza de la educación. Gracias Ana.

Qué inapropiado es nombrar  «carga docente» al tiempo en que profesores y alumnos aprenden juntos. ¿De veras es una carga? ¿para qué tipo de profesores?

 

Ana Sabaté Martínez, geógrafa.

Hoy día de San Jorge, 23 de abril, he encontrado un buen motivo para homenajear a los libros viendo en streaming «Un enemigo del pueblo«, esa pieza maestra sobre la soledad de la Ética que publicó el dramaturgo Henrik Ibsen en 1883.

A pesar de ser escrita hace más de 130 años es de rabiosa actualidad, máxime en estos días en que los oligarcas de la Comunidad de Madrid nos brindan el tufo de su cloaca, por enésima vez.

¿Quién drenará la charca de esta democracia?

Encuentro la respuesta en la frase final de esta obra de teatro: «el hombre más poderoso del mundo es el que está más solo«. La suma de soledades multiplica.

Aquí podéis verla, en RTVE, emitida en el mítico programa Estudio 1, en mayo de 1981.

Sinopsis: La vida de un pequeño pueblo de Noruega gira en torno a un balneario, su mayor fuente de ingresos. Al descubrirse ciertas anomalías en sus instalaciones que pueden producir infecciones, el alcalde trata de convencer a su hermano, médico de pueblo, para callar lo sucedido.

Somos seres sociales, como muchos bichos. Vivimos en sociedad, como muchos bichos. Y las historias nos dan forma, en esto ya no hay bichos como nosotros.

Como dice y razona Yuval Noah Harari el Homo Sapiens es la especie que ha llegado a gobernar este planeta gracias a que es capaz de construir mecanismos de cooperación masiva entre extraños, tales como naciones, iglesias, empresas, cooperativas, ong’s, clubes de fútbol …

En este enlace tienen una TED Talk en inglés con subtítulos en español.

Siguiendo con la tesis que este autor desarrolla en “Sapiens. De animales a dioses”, estos mecanismos de cooperación masiva se hacen posibles cuando se orquestan con historias –él dirá mitos- que los legitiman y orientan su acción. Así, las naciones crean sus mitos que legitiman a gobernantes y ciudadanos; las iglesias crean los de la santidad y los feligreses; las empresas el mito del emprendimiento y el empleado; las cooperativas enfocan los suyos desde el igualitarismo y lo colectivo; las ong’s desde la causa noble y el voluntario; el club de fútbol declina el mito de la rivalidad y la adhesión a los colores, etc…

El mito es lo que aporta familiaridad, lubricando de ese modo la cooperación entre extraños. Por ejemplo el mito del Estado del Bienestar en España me conduce a pagar impuestos a favor de la cooperación entre ciudadanos españoles, de los cuales a lo sumo conozco directamente a 200. O sea, de los 45 millones de españoles hay 44.999.800 que son, en sentido estricto, extraños para mi. Sin embargo son españoles, como yo. Compartimos mito y esto nos permite cooperar con eficacia.

Escribe Harari en un pasaje de su libro que “contar relatos efectivos no es fácil. La dificultad no estriba en contarlos, sino en convencer a todos y cada uno para que se los crean”. Por esta razón todos los mecanismos de cooperación masiva entre extraños necesitan mitos seductores y medios a través de los que circular.

Hoy somos muchos medios de comunicación.

Desde que vivimos en plataformas de conectividad y vamos con ellas a todas partes, hemos añadido el rol de productor de contenido al que ya teníamos tradicionalmente de receptor paciente del que otros producían en nuestro nombre. Ahora se nos ha facilitado ser nodos. Emitimos y recibimos contenido desde y hacia nuestras áreas de influencia. Así vamos constituyendo ese relato que llamamos actualidad.

Hace tan sólo diez años esto no era así. Los medios de comunicación “de masas” eran pocos y el rol dominante en la humanidad era el de receptores del relato que estos medios hilvanaban de noticia en noticia, de reportaje en reportaje. Titular a titular, portada a portada, entrevista a entrevista ese alimento social llamado actualidad se cocinaba en los fogones del poder.

¿En qué momento estamos hoy?

¿Todos los medios contribuyen a conformar este relato que llamamos actualidad? Mira este gráfico por favor. Recoge lo que 6.300 personas de 16 a 65 años, compradores habituales de tickets online, contestaron en julio de 2015 a la pregunta “para informarte sobre la actualidad ¿cuál es el medio o los medios que usas más habitualmente?»

La foto resultante nos habla de una transición en lo que respecta a los medios elegidos para estar al día de lo que se cuece en los tiempos que vivimos. Comenzaré por la parte derecha del gráfico, donde aparecen los datos de las generaciones más talluditas, los mayores de 50 años.

Llama la atención lo variado del menú. Los seis medios dibujan un escenario con poca distancia entre los extremos. Entre el medio favorito (la prensa digital) y el menos frecuente (blogs y sites) hay 25 puntos de diferencia.

Asimismo los medios clásicos de televisión, radio y prensa en papel siguen teniendo una presencia muy destacada en el seguimiento de la actualidad. El tamaño que tienen radio y prensa en papel entre los mayores de cincuenta nos habla de que son singularidades propias de esa generación. Ya no se aprecian con vigor en los otros grupos de edad, especialmente por debajo de los 40 años.

La generación intermedia de 40 a 49 años -nacidos entre 1966 y 1975- deja ver su papel de generación bisagra. Por un lado refleja la pujanza de los medios de natividad digital y, por otro, la inercia de los medios crecidos al amor de la lumbre analógica.

Los medios y los menores de 30 años.

Vayamos ahora a la zona de la izquierda del gráfico, donde se ubican las preferencias de los españoles más jóvenes. De entrada apreciamos la polarización. Más de 60 puntos separan al medio más frecuente del menos frecuente. El menú es menos variado y sin duda son las redes sociales el medio más importante para seguir la actualidad, sobre lo que luego incidiré.

Pero ahora quiero llevar tu atención a que la televisión sigue siendo habitual para el 44% de estos jóvenes, tan sólo 13 puntos por debajo de lo que es para los mayores de 50 años, y muy parecido a lo que supone para las dos generaciones de españoles que caben entre 30 y 50 años. Cuando se dice que “los jóvenes ya no ven la televisión” se está haciendo una simplificación que impide ver un fenómeno completamente normal, como es que la televisión sigue siendo para los jóvenes un medio importante para seguir la actualidad, en la misma medida que para quienes ya no son tan jóvenes. Otra cosa es que no quieran “televisión de entretenimiento a la parrilla”, eso es así, pero esto no lleva aparejado que le den la espalda como contacto con la actualidad del tiempo que vivimos.

Como vemos son las redes sociales (línea amarilla) el medio favorito para la generación más joven, y lo es de modo contundente y singular con respecto a los otras generaciones. Este hecho nos indica que son los “amigos” que se eligen seguir en las redes (ya sean personas o medios) quienes están sirviendo la dieta que nutre su visión de la actualidad. Son las noticias que provienen de esos círculos de confianza las que entran a la ración diaria, siendo así que lo que llega a través de estos círculos está inscribiendo en los más jóvenes el mito que llamamos actualidad.

Sabemos que una gran parte de ese contenido es en realidad el re-envío de contenidos creados en las redacciones de los medios de comunicación de siempre. Sí, pero Juan abre ese link porque se lo envía Noelia. Su confianza primaria está depositada en Noelia, no en el medio que ha publicado el contenido o en la persona que lo ha redactado. Así desembocamos en una nueva fuerza constituyente que es especialmente visible en los más jóvenes: los círculos de confianza de “amigos” actuando como curadores espontáneos de lo noticiable, no porque creen el contenido sino porque se creen entre ellos.

El fenómeno Me-We.

Llevamos un tiempo apreciando en diferentes investigaciones el afloramiento de un fenómeno muy notable entre los jóvenes, aunque no es exclusivo de ellos. Consiste en dinámicas de creación colaborativa donde sólo hay beneficio individual si también lo hay colectivo. Y sólo se alcanza la meta colectiva si el individuo obtiene su retorno, a su escala.

Es una danza simultánea entre el Yo y el Nosotros, a pequeña escala, en círculos de confianza relativamente pequeños y manejables. Este fenómeno está ubicando los círculos de confianza entre amigos en el epicentro de nuevas formas de crear vida social y soluciones a necesidades-deseos que van desde la vivienda, la movilidad, el aprendizaje o la fabricación.

Los círculos de amigos danzando al son del Me-We como mito constituyente de nuevas realidades.

Este fenómeno es una extensión muy natural para una generación acostumbrada a conformar su visión del mundo desde los contenidos que llegan a su vida a través de los círculos de confianza. Tras una década de conversaciones en el «Social Media» está brotando y creciendo una mutación que me gusta llamar «Crowd Media», y que defino como ese nuevo marco donde los círculos de confianza ya no sólo comparten conversando, sino que también comparten haciendo.

Haciendo colaborativamente al son del Me-We.

(Este artículo se publicó originalmente en Innovación Audiovisual).

Eratostenes_CarlSagan

Eratóstenes dedujo la longitud del perímetro de la Tierra hace 2.200 años sin tener la posibilidad de circundarlo. Lo hizo gracias a un espíritu libre de prejuicios que le permitió interrogarse sobre lo que observaba con la suficiente limpieza en la mirada, como para no dejarla empañar por las ideas establecidas en su época.

Y lo hizo empleando unas sencillas herramientas llamadas rayos de sol, varas, cuerdas, sombras, ángulos y pasos. Herramientas puestas al servicio de ese espíritu libre que busca la verdad en lo que observa, y no sólo constatar lo que le cuentan.

El proyecto #WHYDEMOCRACY es el resultado de una indagación similar a la de Eratóstenes. Brota del genio creativo convergente en Sergio de Pazos (@sdepazos) y Bruno Teixidor (@bruteix). El objeto de la pregunta es ¿Qué es -realmente- la democracia?

Usando herramientas elementales (papel, rotuladores, mapas, libros, textos, música, un narrador …) penetran en esa ficción cómoda que llamamos democracia. El relato se infiltra dulcemente por nuestras ideas ya asentadas, empapa con respeto toda nuestra zona de confort y finaliza con … (bueno, eso mejor te lo dejo a ti).

A mi me corresponde decirte con franqueza que #WHYDEMOCRACY me resulta brillante. Un modo seductor de desnudar con «cuatro trapos» una historia compleja, de un modo elegante e incisivo. Y funciona. Ya se cuentan por cientos de miles las veces que esta historia ha sido compartida. En su anterior proyecto #WHYSYRIA fueron varios millones en todo el mundo. Sin hormonas.

Sergio y Bruno nos regalarán en los próximos días una nueva historia: #WHYELECTIONS.

El hallazgo de Eratóstenes animó a muchos navegantes a aventurarse en la exploración del planeta pues, a partir de ese momento, su dimensión ya era conocida y, por tanto, manejable. Su cálculo redujo considerablemente la incertidumbre facilitando el tránsito desde el conocimiento a la acción. #WHYDEMOCRACY también, porque te ayuda a comprender cómo te relacionas con las ideas intocables. Te ayuda a aprender de ti, y esta es una gran noticia para el mejor navegante de tu propia vida. Que lo disfrutes.

(este artículo fue publicado originalmente en Innovación Audiovisual)

Algo ha cambiado en el ambiente si una empresa se dirige así a sus más de medio millón de clientes. Huele a distinto.

Estimado cliente,

Soy Pedro Serrahima, soy Jose Carlos Díaz, Paula Toural, David Tejedor,… También soy Javier Cantó, Werner Jiménez, Martín Expósito, Lucía Sanchez, Sara Freire, Roberto Calzada… Y así hasta 22 nombres en total. Soy la persona que está detrás de Pepephone, el único empleado que tiene. Soy quien dirige la compañía, quien revisa los pagos, quien controla los sistemas, quien vigila los principios, quien hace que si un precio baja se te aplique a ti antes que a los nuevos, quien enciende las luces todos los días…, soy parte de la compañía más pequeña y normal que existe. La que tiene un sólo empleado (yo) y un sólo cliente (tú).

También soy María, Marta, Salva, Dani y hasta 60 nombres más. Soy la persona que te atiende desde que nació Pepephone. Desde hace 8 años. La que vive en Mallorca, una isla preciosa de la que nunca me he movido para atenderte. Siempre en medio del Mediterráneo para que a nadie se le ocurriera hacerme cruzar el Atlántico para “marearte” desde allí. Soy la persona que nunca te ha atendido con una “maquinita”, la que nunca te ha pasado de agente en agente y también la que jamás te ha llamado para venderte nada ni ha permitido que tus datos los c ompre ninguna empresa que quiera venderte nada. También la que, cuando te vayas -si algún día lo decides-, lo respetará y te lo tramitará en 10 segundos sin hacerte una sola pregunta ni ofenderte ofreciéndote algo que te podía haber ofrecido antes e insultando a los demás clientes a sus espaldas.

Yo soy el que lo hace todo, pero me sobra tiempo porque no trabajo en el equipo de marketing de Pepephone ya que no existe. Tampoco en el equipo comercial, ni el de comunicación, ni el de análisis de clientes, ni el de retenciones, ni en el de estrategia. Ninguno existe aquí…, por eso, también yo soy Pepeenergy y Pepephone ADSL en mis enormes ratos libres, y espero ser muchas cosas más porque soy muy joven aún y me sobra tiempo para probar otros sectores donde también pasa lo que en comunicaciones y energía.

Sé que eres una persona normal como yo, pero no tengo ni idea de si estás casado, si te gusta el futbol, si pulsas mucho nuestra página web, si tienes más tendencia a darte de baja según la provincia en la que vives o tu nivel socioeconómico, porque no me importa y porque no lo mido. No sé qué es el índice NPS ni si el color azul te sugiere más impulsividad para comprar que el rojo o el morado. No tengo un powerpoint que te estudie a tus espaldas. No sé qué es un consultor de negocio. Sólo sé que si tú eres una persona normal como yo y estás aquí es porque buscas paz y sabes lo que está bien y lo que está mal, por encima de todas las frases vacías y falsas que te podamos decir para atraerte. Tanto tú como yo somos la milagrosa demostración de que existen clientes extraños que pueden no sólo necesitar precio o un montón de funcionalidad es chulas e inútiles. Algo inconcebible desde el punto de vista formal de una empresa de telecomunicaciones, pero sencillamente necesario desde el punto de vista de las personas.

Yo soy el que piensa que la famosa “experiencia de cliente”, que hoy obsesiona a todas las empresas hasta el punto de llamarle “customer experience” y dedicar millones de euros a analizarla, medirla y poner índices de colores para gestionarte como si fueras un ratoncito con cables rodando en una jaula, simplemente no debe existir. Soy el que piensa, al igual que tú, -aunque nunca hayas tenido que razonarlo- que la mejor experiencia de un cliente con una empresa es la que no existe. Tus experiencias las proporcionan tus amigos, tu familia, tu pareja, tus aficiones, tu vida personal, no tu empresa de luz, ni de telefonía, molestándote todos los días para decirte que “quieren que seas feliz” y, por ello, patrocina n tu cena de Navidad o tus “mejores momentos con los tuyos” o “quieren formar parte de tu vida” cuando no saben ni quién eres. Yo creo -probablemente de forma equivocada, pero lo creo-, que tu empresa debe darte un servicio y pasar desapercibida, tanto en tu bolsillo como en tu tiempo diario, hasta que tengas un problema y quieras hablar con ellos. Y, en ese momento, no venderte nada, sólo atenderte y resolverlo como lo haría una persona normal, para seguir pasando sin apenas ruido por tu vida como si no existiera y convertirse en la mejor empresa posible: la que parece que no está. Tú no me conoces porque tengo 100 nombres y yo he renunciado a saber quién eres tú y a estudiarte porque eso te protege de mí: soy una empresa y sabes que cuando hablas conmigo podría tener la tentación de mirarte la etiqueta que llevas en la espalda para decidir si te trato mejor o peor, o para calcular lo que te digo o cuánto te cobro. Afortunadamente, no llevas etiqueta, al menos la mía. Afortunadamente, no sé leerlas.

Hoy he decidido enviarte el primer mail en nombre de una sola persona y no en nombre de Pepe. Este es un mail personal destinado a más de medio millón de otras personas iguales a mí. Mi primer mail personal después de ocho años escribiéndote de forma anónima como “El Equipo de Pepe”, con la autoridad que me da no poseer ni una sola acción de la compañía, pero representar al 100% del capital humano de Pepephone.

Estos días has leído que otra empresa va a comprar Pepephone y es cierto. Se ha firmado un acuerdo por el que se inicia un proceso de unos meses que, -después de revisar que todo está en orden (se llama due dilligence) y pedir permisos oficiales (se llama CNMC)-, hará que previsiblemen te en septiembre tengamos otro hermano mayor. Un hermano mayor que hasta hoy era el vecino de enfrente con el que nos pegábamos para jugar en el mismo campo donde juegan los mayores y que, al ser el jefe, puede decidir sobre nosotros. Y esto os ha preocupado a muchos de vosotros y muchos de vosotros habéis preguntado porque a todo el mundo le preocupan los cambios y yo os respondo con la sinceridad de quien no tiene un equipo de comunicación:

Nada debe cambiar y nada va a cambiar. Nadie compraría jamás una orquídea salvaje roja para recortarle un sólo milímetro y cambiarle la forma. Sería absurdo. Eso se podría hacer con el césped, con los setos, con una palmera, pero no con una orquídea que sólo sabe ser orquídea y jamás sería otra cosa. Y nuestro futuro hermano mayor lo sabe y nos compra precisamente porque somos una orquídea roja, porque aprecia su belleza y porque sabe que esa orquídea, al igual que las otras flores y plantas que ya tiene en su jardín, son pequeñas y juntas pueden sobrevivir mejor en este bosque porque unas se protegen a otras.

Hace unos años, nacieron hasta 30 flores en un jardín donde sólo había cuatro árboles enormes y donde sólo olía a madera. Un olor agradable pero que, como todo lo que no te ofrece otra opción, cansa y te domina. La llegada de esas nuevas flores cambió el jardín y todo cambió. Y, aunque no te dieras cuenta, tú te beneficiaste de ello porque donde ayer sólo veías cortezas, hoy puedes elegir colores y formas, y los propios árboles tuvieron que doblarse y suavizar su forma para competir. Se hicieron más elegantes porque los doblegaron las flores, no su propia voluntad. Algo impensable antes. Pero la potente sombra de los á ;rboles y el miedo de ellos a que el jardín cambiara, hizo que desaparecieran casi todas y que las pocas flores que hoy ves (siempre en televisión), sean realmente las propias flores de los árboles, aparentemente pequeñas, pero bebiendo de la misma savia que los propios árboles que no quisieron que existieran hace años. Flores cuyo objetivo es enriquecer el árbol, pero no el jardín.

Hoy apenas quedan dos flores que siguen independientes y sanas. Dos flores con formas y colores completamente diferentes, porque los gustos de las personas también lo son. Y si desaparecieran estas dos, también desaparecerían las propias flores de los árboles, puesto que a estos ya no les merecerá la pena competir en belleza, sólo en fuerza. De nuevo, sólo en fuerza. Qué pereza.

En pocos meses, estas dos flores se unirán, junto a otras mucho m&aacut e;s pequeñas, para formar un pequeño jardín, tan fuerte y tan visible que habrá color mucho tiempo o al menos eso intentaremos. No había otra opción. Y, mientras haya jardín y no sólo bosque, será una buena opción. Muchos cambios son buenos, aunque todos hay que demostrarlos. Este es bueno si cambia sólo la fuerza y no la belleza, y ese es el plan.

Tú eres libre para elegir flor. Mientras haya flores. Yo no, porque no quiero serlo. Me enamoré de esta, que llevo cuidando para ti y para mí, desde que era una semilla y pude elegir su forma y su color, con la libertad de poder cambiarle todos los días todo lo menor, excepto las raíces, que son sus principios y los que hacen que no tenga final. Yo tengo la tranquilidad y la palabra de que esta flor va a seguir siendo esta flor, pero más fuerte. Tú también la debes tener. Yo, con mis 100 n ombres, no la voy a cambiar y afortunadamente nadie en el jardín quiere que la cambie. Lo imposible y lo improbable, esta vez, forman una buena noticia.

Te acabo de quitar 10 minutos de tu tiempo, por segunda vez en un año. No es mucho, pero era importante. Perdona.

Atentamente.

La persona que trabaja en Pepephone.

 

Ha llegado el momento de tomar la iniciativa, de empezar a construir comunidades igualitarias y productivas no como experimentos ni como «islas» en un océano de grandes escalas. Al principio serán solo «ejemplos». Pero el ejemplo, acompañado de la idea de que la emulación es posible, es más poderoso que cualquier forma de propaganda.

La alternativa comunera no aporta la seguridad gregaria del hooligan político ni el orgullo vacío del racista. La pertenencia comunitaria es un reconocimiento en el trabajo y el aprendizaje, no es una «esencia» heredada de la cultura nacional o el nacimiento, ni el resultado de una adhesión insustancial o un carné. No es el producto de la imaginación permanente de un enfrentamiento con unos malvados universales. Es un construir constante con otros, un hacer en el que todos crecemos juntos, compartiendo cada vez más responsabilidad, dando y recibiendo confianza. Es lo opuesto al sentimiento de impunidad que «libera» al «seguidor» protegido por el líder, la bandera o la marca política en el ruido de las barricadas callejeras, los rifirrafes virtuales y los «zascas» mediáticos. Ser comunero es ganar autonomía y seguridad en la fraternidad del aprendizaje, redescubrirse valioso y valorado en el trabajo compartido. Ser comunero es poner en acción los valores en los que creemos, no competir por gritarlos más fuerte o enarbolarlos como un arma amenazante. Ser comunero no da la tranquilidad estática del yogui o el místico que busca el silencio de la soledad, sino la serenidad del que escucha y propone incluyendo al otro, sin escudarse en la indignación para no hacer nada ni ocultarse en el desdén de una pretendida superioridad. Ser comunero es un modo de vivir, aprender y construir compartiéndolo todo con los demás.

Necesitamos crecer con otros para poder reconquistar la vida de verdad. Toda «salida individual» no es más que una forma más del «sálvese quien pueda». Por supuesto que ante un entorno en descomposición se puede intentar acumular algo de dinero, encontrar una casa lejos de todo y vivir sin querer saber nada de nadie; o ganar un empleo estable aunque mal remunerado, interactuar lo menos posible en él y relegar la vida a lo que queda del día tras la jornada. Pero todas estas estrategias no son realmente satisfactorias sino distintas formas de hacer una retirada más o menos ordenada. A medio plazo son una autocondena a la melancolía. Aislarse, ponerse al margen, aun si llevara a vivir sin el apremio constante de la supervivencia monetaria, significaría renunciar a crecer, a desarrollarse, a realizar los ideales personales en la propia vida. Es otra forma de exilio.”

Fragmento de: “Manifiesto Comunero”, Las Indias, páginas 74-76.

Si sientes que este texto habla de ti, no esperes más lee el Manifiesto Comunero completo. Sentirás el deseo de compartirlo y de sumarte a multiplicar.

Mil gracias a los amigos de Las Indias por esta iniciativa, cuyo texto está abierto al enriquecimiento colaborativo de los lectores.

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Nací en 1966, en Madrid. Prácticamente todas las viviendas de la ciudad tenían agua corriente. Soy un nativo del agua corriente en casa.

Mis padres, nacidos en el medio rural de los años 30, iban y venían a la fuente del pueblo para acarrear el agua hasta sus casas. Ellos eran el agua corriente. Cuando ya vivían en la ciudad, y convivían en el hogar con sus hijos … ¿quién crees que hacía un uso más eficiente del agua en casa, ellos o nosotros, sus hijos los nativos del agua corriente?

Te respondo: ellos, sin duda. El avance tecnológico no les alejó de su relación con un recurso tan valioso para la vida. Nosotros gastábamos más agua, especialmente en la ducha. No éramos tan conscientes de su valor.

Respecto a las tecnologías de la información encajo mejor en eso que llaman «inmigrante digital». No llegué a Internet hasta cumplir los 30 años. Me crié en un mundo analógico antes de usar las herramientas digitales. Me pregunto ¿el hecho de no ser nativo digital implica que el uso que hago de la digitalización es menos eficiente, que el de los llamados «nativos digitales»? ¿Es acaso mi «digital performance» de menor calidad? ¿Obtengo menos jugo que, por ejemplo, mis hijos o mis amigos veinteañeros?

¿No estará pasando algo parecido a lo que pasaba con el agua y mis padres? ¿No estaremos viviendo en un derroche de nuestro capital de atención? ¿No será que las herramientas que proveen de «eficiencia multitarea» nos alejan del aprovechamiento en plenitud de las cosas?

O algo más profundo: no sé tú, pero empiezo a estar un poco harto de que los algoritmos decidan por mi, porque para ellos soy una probabilidad y como tal me tratan. Pero, claro, pequeño detalle, yo no soy una probabilidad de mi mismo. Soy una unidad, eso sí, cambiante a cada momento, dinámica, fluyendo. ¿Y esto del fluir cómo lo pilla el algoritmo? Aquí un genial post de mi amigo Fernando Santiago.

Yo entiendo el entusiasmo por el Internet de las Cosas (IoT), y me parece fascinante. Leo lo que escribe Rifkin y digo WOW! Pero el Internet de las Cosas, para las cosas. Cuando las mentes que piensan en los algoritmos nos reducen a la naturaleza de cosa, algo falla de partida.

Por ejemplo, adoro Netflix pero me incomoda su insistencia en las recomendaciones especiales para mi, por ser yo. También quiero explorar, DESCUBRIR y hacerlo por mi mismo.

Me preocupa que, apelando a la eficiencia, nos conduzcan en rebaño a ser una humanidad despojada de búsqueda propia: «usted nunca lo hará mejor que un robot«. Desde esta idea madre se nos invita a ser una humanidad dócilmente amaestrada en la tarea de recoger lo que San Algoritmo nos envía. Una humanidad hecha para esperar.

El mundo analógico nos daba más cancha a lo inesperado. Ahora la información, el conocimiento, el entretenimiento, el comercio, la educación … es eso que sale por las cañerías de la algorítmica.

Estamos perdiendo el contacto con las fuentes. Ojo.

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Lo de que el “mundo es limitado” tiene mucha miga. Si pienso en el mundo-planeta como un contenedor de todas las materias nutrientes que los seres vivos necesitamos, sí tiene sentido hablar de mundo limitado. Pero creo que es una visión limitada esta del mundo limitado.

La del contenedor es una metáfora que, de aceptarla sin más, nos conduce a entender la vida como una competición entre organismos que se disputan ese capital finito.

Desde esta visión, la estrategia de supervivencia consiste en competir. Y solamente los MÁS … (educados, agresivos, listos, adaptados, fuertes, ahorradores, eficientes … elige lo que quieras) conquistan su derecho a existir por pura selección.

La metáfora matriz del mundo limitado estimula la ansiedad de todos los jugadores por alcanzar un cierto nivel por encima del promedio, lo que garantiza una diferencia positiva a favor respecto a otros jugadores (los que están por debajo). Esta visión legitima la creencia de que sobresalir aporta una mayor probabilidad de éxito en la competencia por sobrevivir.

¿Sobresalir de qué? de los promedios del grupo. Por tanto el referente no se pone en el valor intrínseco de cada jugador, sino en los indicadores con que se mide el valor medible del grupo (las notas en los sistemas educativos, las evaluaciones de desempeño en las empresas, los programas de fidelización de las marcas con sus clientes, etc…).

En este esquema no importa quién eres, o qué te hace disfrutar, o en qué puedes contribuir con brillantez al progreso de la comunidad … Lo que importa es en qué eres capaz de destacar. Esto se corresponde bastante fielmente con lo que vivimos en las sociedades occidentales

La energía que mueve todo este paradigma está contenida en la creencia tan socialmente aceptada de que el mundo es limitado. Y sí, parece ser cierto como contenedor de nutrientes pero creo que podemos entender «el mundo” también desde otro punto de vista. Me pregunto:

¿Todos los matemáticos, artistas y poetas que nos han precedido han “consumido” parte del caudal limitado de sabiduría que tenemos disponible y, por tanto, las futuras generaciones de matemáticos, artistas y poetas tendrán menos sabiduría a su disposición?

¿Tú yo somos mundo?

¿Tú y yo tenemos capacidad ilimitada para disfrutar de la compañía de nuestros seres queridos?

¿Tú y yo podemos vivir sin límite el deleite de nuestras piezas de música favoritas?

¿Tú y yo podemos decir dónde acaba nuestra novela favorita? ¿Acaso empieza en la primera página y acaba en la última de su contenedor -el libro-, o la novela vive a través de las vivencias que inspira a todo aquel que la disfruta?

Si la obra de los hombres navega el tiempo de generación en generación. Si el disfrute que nos proporcionan las cosas que nos entusiasman es ilimitado. Si además ese disfrute lo protagonizamos tú y yo. Si somos también mundo … Entonces ¿Por qué aceptar mansamente que el mundo es limitado?

Los seres humanos tenemos la capacidad ilimitada de poner en juego nuestra mejor versión. Si concebimos que el mundo además de un contenedor de nutrientes está formado por millones de seres con capacidad ilimitada de desarrollar lo que les entusiasma, entenderemos fácilmente que la estrategia más beneficiosa es aprender a detectar y a conectar con eso que nos hace únicos, y favorecer los intercambios.

Visto desde esta perspectiva no tiene sentido querer formar parte de “los MÁS …” porque nadie puede ser más tú que tú mismo. Ya no es necesario competir, ahora el verbo útil es crear.

El modelo social no se enfocaría a conseguir individuos sobresalientes, sino miembros que desarrollan e intercambian su propia creación poniendo en juego lo que les hace felices. Una sociedad organizada desde la metáfora de un mundo integrado por seres ilimitados genera las condiciones para que sus integrantes:

a) Detecten y se conecten con lo que les hace únicos.
b) Desarrollen su capacidad de reciprocar: saber intercambiar con otros desde lo mejor para las partes.
c) Sean conscientes de que la buena salud de la comunidad genera mejores condiciones para el desarrollo de cada integrante.

Una sociedad de creadores se asemejaría a una orquesta de seres únicos que deciden libremente crear cooperando, lo que les reporta beneficio individual al que sólo pueden acceder gracias al trabajo conjunto.

Desde esta metáfora …

¿Cómo se educa en la infancia?
¿Cómo los padres fundan las familias y cómo es la convivencia de varias generaciones en su seno?
¿Cómo se ayuda al adolescente a encontrar su vocación?
¿Cómo se cultivan los campos y se producen los alimentos?
¿Cómo son los medios de comunicación?
¿Cómo son y a qué se dedican las empresas del IBEX 35?
¿Cómo vive una persona cuando está desempleada?
¿Cómo son las organizaciones políticas-ciudadanas que gobiernan alternativamente las instituciones?
¿Cómo participa la ciudadanía en las decisiones sobre la comunidad?
¿Cómo es la vida de profesores, científicos, investigadores, artistas …?
¿Cómo es el sistema de salud?
¿Cómo resuelve sus conflictos?
¿Cómo se defiende?
¿Cómo se honra a los ancianos?
(…)

Es fácil imaginar que el modelo social resultante sería completamente diferente al que estamos viviendo actualmente en España.

Nada va a cambiar si no cambiamos la creencia de que vivimos en un mundo limitado donde lo inteligente es competir, por otra en la que somos seres ilimitados que tenemos que conectar con lo que nos hace únicos.

Por eso es tan influyente el proyecto educativo. Si mañana creara un colegio todo sería inspirado desde la metáfora del mundo poblado por seres ilimitados y únicos. Ese colegio estaría enfocado a empoderar a las personas para encontrar su propio modo de navegar la incertidumbre.

Un colegio donde las personas conecten con su fuente de valor y manejen las tres estrategias básicas de convivir con la incertidumbre: resistir, adaptarse e innovar.

Te dejo link a un post en el que escribí sobre el tema:
http://inteligenciaetica.com/2011/07/tres-materias-lo-inerte-lo-vivo-lo-culto/

Y un referente para mi: Ken Robinson

 

Este artículo está inspirado en las preguntas que me propuso la periodista Rosae Martín de Tendencias 21, en abril de 2014.

1. ¿Qué tipo de soluciones se pueden dar en un mundo limitado donde los puestos de trabajo tradicionales ya no tienen cabida y además han resultado no ser sostenibles?

2. El concepto de progreso va ligado de algún modo al de crecimiento lineal, ¿no sería necesario también renovar el concepto de progreso para poder hablar de sostenibilidad en relación a unos modos de trabajo, y a unas profesiones que respeten justamente esos «límites del planeta» en cuanto a sus recursos limitados?

3. En España el desempleo juvenil es una realidad preocupante para determinados sectores. ¿No es justamente ahora el momento de potenciar otra serie de empleos que sean a su vez más respetuosos con los límites naturales del planeta? ¿Qué tipo de modelo de empleo se le puede ocurrir?

4. ¿ Por qué los gobiernos y otros organismos tanto nacionales como internacionales se centran en el factor del crecimiento y no en cómo se crece?

 

Los zapatos de la foto los compré a un artesano en su taller de Ciutadella, Menorca, en las navidades de 2015.