Somos seres sociales, como muchos bichos. Vivimos en sociedad, como muchos bichos. Y las historias nos dan forma, en esto ya no hay bichos como nosotros.
Como dice y razona Yuval Noah Harari el Homo Sapiens es la especie que ha llegado a gobernar este planeta gracias a que es capaz de construir mecanismos de cooperación masiva entre extraños, tales como naciones, iglesias, empresas, cooperativas, ong’s, clubes de fútbol …
En este enlace tienen una TED Talk en inglés con subtítulos en español.
Siguiendo con la tesis que este autor desarrolla en “Sapiens. De animales a dioses”, estos mecanismos de cooperación masiva se hacen posibles cuando se orquestan con historias –él dirá mitos- que los legitiman y orientan su acción. Así, las naciones crean sus mitos que legitiman a gobernantes y ciudadanos; las iglesias crean los de la santidad y los feligreses; las empresas el mito del emprendimiento y el empleado; las cooperativas enfocan los suyos desde el igualitarismo y lo colectivo; las ong’s desde la causa noble y el voluntario; el club de fútbol declina el mito de la rivalidad y la adhesión a los colores, etc…
El mito es lo que aporta familiaridad, lubricando de ese modo la cooperación entre extraños. Por ejemplo el mito del Estado del Bienestar en España me conduce a pagar impuestos a favor de la cooperación entre ciudadanos españoles, de los cuales a lo sumo conozco directamente a 200. O sea, de los 45 millones de españoles hay 44.999.800 que son, en sentido estricto, extraños para mi. Sin embargo son españoles, como yo. Compartimos mito y esto nos permite cooperar con eficacia.
Escribe Harari en un pasaje de su libro que “contar relatos efectivos no es fácil. La dificultad no estriba en contarlos, sino en convencer a todos y cada uno para que se los crean”. Por esta razón todos los mecanismos de cooperación masiva entre extraños necesitan mitos seductores y medios a través de los que circular.
Hoy somos muchos medios de comunicación.
Desde que vivimos en plataformas de conectividad y vamos con ellas a todas partes, hemos añadido el rol de productor de contenido al que ya teníamos tradicionalmente de receptor paciente del que otros producían en nuestro nombre. Ahora se nos ha facilitado ser nodos. Emitimos y recibimos contenido desde y hacia nuestras áreas de influencia. Así vamos constituyendo ese relato que llamamos actualidad.
Hace tan sólo diez años esto no era así. Los medios de comunicación “de masas” eran pocos y el rol dominante en la humanidad era el de receptores del relato que estos medios hilvanaban de noticia en noticia, de reportaje en reportaje. Titular a titular, portada a portada, entrevista a entrevista ese alimento social llamado actualidad se cocinaba en los fogones del poder.
¿En qué momento estamos hoy?
¿Todos los medios contribuyen a conformar este relato que llamamos actualidad? Mira este gráfico por favor. Recoge lo que 6.300 personas de 16 a 65 años, compradores habituales de tickets online, contestaron en julio de 2015 a la pregunta “para informarte sobre la actualidad ¿cuál es el medio o los medios que usas más habitualmente?»
La foto resultante nos habla de una transición en lo que respecta a los medios elegidos para estar al día de lo que se cuece en los tiempos que vivimos. Comenzaré por la parte derecha del gráfico, donde aparecen los datos de las generaciones más talluditas, los mayores de 50 años.
Llama la atención lo variado del menú. Los seis medios dibujan un escenario con poca distancia entre los extremos. Entre el medio favorito (la prensa digital) y el menos frecuente (blogs y sites) hay 25 puntos de diferencia.
Asimismo los medios clásicos de televisión, radio y prensa en papel siguen teniendo una presencia muy destacada en el seguimiento de la actualidad. El tamaño que tienen radio y prensa en papel entre los mayores de cincuenta nos habla de que son singularidades propias de esa generación. Ya no se aprecian con vigor en los otros grupos de edad, especialmente por debajo de los 40 años.
La generación intermedia de 40 a 49 años -nacidos entre 1966 y 1975- deja ver su papel de generación bisagra. Por un lado refleja la pujanza de los medios de natividad digital y, por otro, la inercia de los medios crecidos al amor de la lumbre analógica.
Los medios y los menores de 30 años.
Vayamos ahora a la zona de la izquierda del gráfico, donde se ubican las preferencias de los españoles más jóvenes. De entrada apreciamos la polarización. Más de 60 puntos separan al medio más frecuente del menos frecuente. El menú es menos variado y sin duda son las redes sociales el medio más importante para seguir la actualidad, sobre lo que luego incidiré.
Pero ahora quiero llevar tu atención a que la televisión sigue siendo habitual para el 44% de estos jóvenes, tan sólo 13 puntos por debajo de lo que es para los mayores de 50 años, y muy parecido a lo que supone para las dos generaciones de españoles que caben entre 30 y 50 años. Cuando se dice que “los jóvenes ya no ven la televisión” se está haciendo una simplificación que impide ver un fenómeno completamente normal, como es que la televisión sigue siendo para los jóvenes un medio importante para seguir la actualidad, en la misma medida que para quienes ya no son tan jóvenes. Otra cosa es que no quieran “televisión de entretenimiento a la parrilla”, eso es así, pero esto no lleva aparejado que le den la espalda como contacto con la actualidad del tiempo que vivimos.
Como vemos son las redes sociales (línea amarilla) el medio favorito para la generación más joven, y lo es de modo contundente y singular con respecto a los otras generaciones. Este hecho nos indica que son los “amigos” que se eligen seguir en las redes (ya sean personas o medios) quienes están sirviendo la dieta que nutre su visión de la actualidad. Son las noticias que provienen de esos círculos de confianza las que entran a la ración diaria, siendo así que lo que llega a través de estos círculos está inscribiendo en los más jóvenes el mito que llamamos actualidad.
Sabemos que una gran parte de ese contenido es en realidad el re-envío de contenidos creados en las redacciones de los medios de comunicación de siempre. Sí, pero Juan abre ese link porque se lo envía Noelia. Su confianza primaria está depositada en Noelia, no en el medio que ha publicado el contenido o en la persona que lo ha redactado. Así desembocamos en una nueva fuerza constituyente que es especialmente visible en los más jóvenes: los círculos de confianza de “amigos” actuando como curadores espontáneos de lo noticiable, no porque creen el contenido sino porque se creen entre ellos.
El fenómeno Me-We.
Llevamos un tiempo apreciando en diferentes investigaciones el afloramiento de un fenómeno muy notable entre los jóvenes, aunque no es exclusivo de ellos. Consiste en dinámicas de creación colaborativa donde sólo hay beneficio individual si también lo hay colectivo. Y sólo se alcanza la meta colectiva si el individuo obtiene su retorno, a su escala.
Es una danza simultánea entre el Yo y el Nosotros, a pequeña escala, en círculos de confianza relativamente pequeños y manejables. Este fenómeno está ubicando los círculos de confianza entre amigos en el epicentro de nuevas formas de crear vida social y soluciones a necesidades-deseos que van desde la vivienda, la movilidad, el aprendizaje o la fabricación.
Los círculos de amigos danzando al son del Me-We como mito constituyente de nuevas realidades.
Este fenómeno es una extensión muy natural para una generación acostumbrada a conformar su visión del mundo desde los contenidos que llegan a su vida a través de los círculos de confianza. Tras una década de conversaciones en el «Social Media» está brotando y creciendo una mutación que me gusta llamar «Crowd Media», y que defino como ese nuevo marco donde los círculos de confianza ya no sólo comparten conversando, sino que también comparten haciendo.
Haciendo colaborativamente al son del Me-We.
(Este artículo se publicó originalmente en Innovación Audiovisual).