“La gente lleva vidas cada vez más solitarias en un planeta cada vez más conectado”. Yuval Noah Harari, en 21 lecciones para el Siglo XXI, página 109.
Fue mi querido Javier Creus quien me dio la noticia: “uno de cada cuatro suecos que fallecen, mueren solos”. Nadie reclama o vela su cadáver. Nadie les echa de menos.
También me puso en la pista de La teoría sueca del amor, un documental de 2015 que retrata en qué punto está la sociedad sueca, tras haberse cumplido más de cuarenta años desde que decidieron poner la independencia del individuo en el centro de su cultura ciudadana. Es para flipar.
En Reino Unido, el gobierno de Theresa May decidió en enero de 2018 crear el Ministerio de la Soledad, por ser esta una patología epidémica que merma significativamente la calidad de vida de las personas.
Asimismo, existe el riesgo de encasillar la soledad en “eso que les pasa a los ancianos”.Cristina Paez, directora técnica de la Fundació Salut Mental Catalunya afirma:
“se envejece tal y como se ha vivido. Si la persona ha tenido una vida rica en relaciones sociales, en la participación en la comunidad, en la realización de lazos de amistad, de voluntariado, de ayuda mutua… envejece rodeada de mucha gente y de redes sociales, familiares y de amigos que favorecen su calidad de vida física y emocional. Si la persona ha cultivado una vida individual y cerrada en sí misma, en su pareja, en su familia y el cuidado de sus hijos y en su trabajo, cuando envejece, lo hace sin haber aprendido a vivir y a desarrollar estos lazos y vínculos que le permitirán sentirse más arropada en su comunidad”.
“Se envejece tal y como se ha vivido”
A una conclusión similar llega el Harvard Study of Adult Development, la investigación más completa que se conoce sobre la felicidad. Se trata de un estudio longitudinal que se inició en 1938 monitorizando a 724 personas y sus 2.000 descendientes, a lo largo del tiempo.
Durante más de 75 años los participantes en la investigación han ido aportando datos sobre su vida, cada dos años. La gran conclusión del estudio es que la buena vida se construye con buenas relaciones. Así, las personas que en sus cincuentas tienen relaciones más satisfactorias, son las más sanas y felices cuando llegan a sus ochentas.
Desde la evidencia empírica, esta investigación aporta tres aprendizajes clave:
1. Los vínculos afectivos con otras personas, familia, amigos, comunidad, nos hacen bien y la soledad es tóxica.
2. No tiene que ver con la cantidad de vínculos sociales sino con la calidad de las relaciones más cercanas.
3. Las buenas relaciones protegen nuestro cerebro: los recuerdos son más nítidos entre los octogenarios que saben que pueden contar con otras personas, porque su memoria está más protegida.
Robert Waldinger, el actual director de ese estudio (el cuarto desde que se inició), lo explica magníficamente en esta TED talk de 2015.
¿Crear ministerios es una solución? No creo que sea “la solución”, pero al menos pone en la agenda el asunto. Otros caminos parecen más poderosos, me explico.
¿Tienes sal?: una gran noticia.
Esta plataforma originaria de Berlín ha llegado recientemente a España, comenzando por Madrid y Barcelona. En ¿tienes sal? se crean vecindarios digitales donde las personas se registran, ubican un perfil con sus preferencias y tienen acceso al perfil de otras personas que viven en su proximidad, pudiendo establecer conexiones según sus intereses.
¿Para qué ha nacido?
“Queremos que la gente se sienta cómoda en sus barrios y que los desconocidos se conviertan de nuevo en vecinos.
Estamos convencidos de que con ¿Tienes-sal? podemos hacer una pequeña contribución a los grandes retos sociales de hoy en día. A nivel de barrio, podemos dar respuestas a desafíos como la anonimización de la sociedad, la crisis económica, el consumo excesivo y el desarrollo de la economía compartida.
Los vecindarios fuertes y unidos actúan a pequeña escala y benefician a cada individuo, porque juntos somos más fuertes. Mejoran nuestra calidad de vida donde pasamos la mayor parte del tiempo: en casa, en nuestras calles, en nuestro barrio. Con una buena idea y este compromiso, queremos ayudar a revivir y echar sal a nuestros barrios”.
Es una plataforma que conecta personas donde lo importante no es lo que pasa dentro de la plataforma, sino lo que pasa fuera de ella, cuando las personas se conocen, se tratan y deciden (o no) hacer algo «orgánico» en común.
Funciona como un gran tablón de anuncios de proximidad. Alguien que pregunta si hay profesores de inglés en el barrio. Una vecina que se va de viaje y regala alimentos para que no se echen a perder. Alguien que se ofrece a hacer arreglos de ropa. Padres que proponen quedadas para jugar con sus hijos en el parque. Una chica que quiere montar un grupo de bailes de salón. Una aficionada a correr pregunta qué otras personas del barrio se animan a salir juntas, etc… La lista es infinita.
El bien a crear y proteger es la interacción, sin más. La plataforma facilita la conexión de afines para que estas personas hagan vida orgánica fuera de ella. Es un ingenio que facilita conexiones relevantes que pueden luego convertirse en relaciones relevantes, mercantilizadas o no
A todas luces es un antídoto a esa soledad epidémica en la paradójica sociedad de individuos hiperconectados.
Es gratuita, aún no hay “modelo de negocio”. No me imagino que el modelo de negocio futuro sea captar la atención de las personas para vendérsela a los anunciantes en código publicitario. Lo imagino más próximo a un esquema de suscripción, una vez demostrado que los usuarios, gracias a esa conexión inicial, disfrutan de valor relevante creado por ellos mismos.
En suma, la plataforma debería tener ingresos por el valor que crea (la conexión) y no por el valor que no crea (la relación). Ojalá que los “ministerios-de-la-soledad” comprendan y estimulen el funcionamiento de estos aceleradores de partículas vecinales.
Interdependencia.
El documental sueco al que antes me refería finaliza dando voz al maestro Zygmunt Bauman, referente de las ciencias sociales contemporáneas fallecido en 2017 a la edad de 92 años.
Citar aquí una selección de sus palabras es mi agradecimiento a las personas que están impulsando el proyecto ¿Tienes Sal?, y a todos los vecinos que han decidido estar ahí, tejiendo una vida comunitaria fértil.
“Una cosa que el estado no puede proveer es estar entre otras personas, ser uno en compañía. Eso lo tienes que hacer tú mismo… Las personas entrenadas en la independencia están perdiendo su capacidad para negociar la convivencia con otras personas porque estás privado de las habilidades de socialización…
… Ahora estamos dividiendo nuestra vida entre dos mundos diferentes, on line y off line, conectado y desconectado. La vida on line está en gran medida libre de riesgos, es tan fácil hacer amigos en Internet que nunca estás realmente sintiendo tu soledad. Si no te gustan las actitudes representadas por otros usuarios, simplemente dejas de comunicarte con ellos. Cuando estás off line lo que inevitablemente ves es la realidad de la diversidad de la raza humana … tendrás que enfrentarte a la necesidad de dialogar, de entablar una conversación. Tienes que enfrentar el hecho de que hay muchas maneras de ser humano y cuando se inicia un diálogo nunca se sabe cómo va a terminar, tal vez en lugar de demostrar que eres sabio y todos los demás estúpidos, descubres que otros son sabios y tú estúpido. La independencia te quita la capacidad de hacer precisamente eso. Cuanto más independiente eres, menos eres capaz de detener tu independencia y reemplazarla con una agradable interdependencia. Al final de la independencia no está la felicidad, sino un vacío de vida, una pérdida de sentido de la vida y un aburrimiento inimaginable”.
Gracias maestro.
(Publicado originalmente en Innovación Audiovisual)