El propósito de cualquier organización es un triste verso solitario, que no alcanza plenitud hasta que conecta con el propósito del público al que sirve. Entonces el verso se torna poema y nos cuenta que las organizaciones plenas no conciben a las personas como simples datos para festín de la inteligencia artificial, sino como relatos complejos alimentados por la inteligencia ética que desplegamos al vivir en sociedad, ese gran salón de baile donde danzan el yo y el nosotros sin anularse, reconociéndose el mutuo interés.

Continuará.

«Existen relaciones en las que no se busca ningún resultado, que se entablan voluntariamente y se disfrutan por lo que son y no por lo que proporcionan. Es el caso de la amistad. El vínculo surge aquí de una relación de familiaridad y subsiste en un mutuo compartir las personalidades. Ir cambiando de carnicero hasta dar con el que venda la carne que más gusta, educar a nuestro agente hasta que haga lo que se le pide, es una conducta no inapropiada para este tipo de relación; pero descartar amigos porque no se comportan como esperamos que lo hagan o rehusan ser educados en nuestros requisitos, es propio de quien no ha comprendido en absoluto el carácter de la amistad. Los amigos no se preocupan por saber qué pueden conseguir unos de otros, tan sólo quieren disfrutar los unos de los otros; y la condición de ese disfrute es la serena aceptación de lo que hay y la ausencia de todo deseo de cambio o mejoramiento. Un amigo no es una persona que uno confía se comportará de determinada manera, ni alguien que satisface determinadas necesidades, que tiene unas habilidades útiles, que posee tan sólo determinadas cualidades agradables o que tenga opiniones aceptables. Un amigo es alguien que activa la imaginación, que excita la contemplación, que provoca interés, simpatía, agrado y lealtad simplemente en virtud de la relación compartida. Un amigo no puede reemplazar a otro; existe no poca diferencia entre la muerte del amigo y la jubilación del sastre».

Michael Oakeshott en «La actitud conservadora», página 62-63, ediciones sequitur, Madrid, 2022.

Mi gratitud con Javier Cañada, quien me regaló el libro hace unos días.

«En estos tiempos líquidos que vivimos es cada vez más frecuente que esas empresas pioneras-disruptivas, vengan “de fuera” del sector que van a transformar. Es el caso de Tesla en la industria de la automoción, pero hay una larga lista de antecedentes: la entrada de Apple en el mercado de la música con iTunes; Netflix y la producción de cultura audiovisual; el universo fintech y la banca; Brewdog y la cerveza; Globalia y la entrada en la telefonía móvil con Pepephone, etc…»

La entrevista completa aquí 

Gracias Clickoala

 

Si concibes a los consumidores como eso, como “simples” consumidores, tu pensamiento se encaminará a crear productos con buenas prestaciones.

Pero si añades dos capas de interés y los piensas también como ciudadanos y seres humanos, tus creaciones tenderán a incluir beneficios que no sólo son las prestaciones del producto.

Las personas no vendrán a ti sólo por tus productos (que son imitables), sino también por cómo eres (eso es único) y cómo les haces sentir (eso es inolvidable).

Así de simple, así de rentable.

En que el poder de la pregunta “¿en qué creo?” se acrecienta si pienso en las personas sobre las que tenemos influencia.

Sapiens, una historia gráfica. Página 33.

Y esto tiene su lectura en las organizaciones, pues también creo que la cultura de una empresa reside en el conjunto de creencias compartidas, su propia mitología. Quienes tienen la responsabilidad de liderar la organización, los grandes influyentes, tienen la responsabilidad de nutrir y cuidar del conjunto de creencias compartidas.

Al pensar en organización me adentro en un terreno adyacente, que no es lo mismo, pero en ocasiones se asemeja: el concepto de comunidad. De hecho, cuando una organización funciona como comunidad avanza mucho más rápido y más lejos.

También creo que una comunidad nace y se desarrolla cuando hay tres ingredientes: afinidad entre sus miembros, finalidad común y la confianza de sus integrantes en estar haciendo algo valioso.

Comunizar

Disponer de un conjunto de creencias engrasa la ecuación del comunizar.

También creo que está cambiando el modo en que depositamos la confianza en las organizaciones de todo tipo. Pienso que se están dando dos movimientos:

  • De la confianza en la voz institucional, a la confianza en la voz de los pares.
  • De la confianza por lo que dices, a la confianza por lo que cumples.

Así, vemos emerger el crowd media como superación de la era del  mass media.

Del Mass Media al Crowd Media

Para entrar en ese campo llamado crowd media las organizaciones con marca tienen que alinear los dichos y los hechos. No es cuestión sólo de “los hechos”, es cuestión de la coherencia entre los dichos y los hechos, pues estos cogen relieve cuando van precedidos de compromisos apalabrados.

Y esto me conduce al valor de la palabra dada y al recuerdo de mi padre. Él me enseñó con su ejemplo, sin doctrina, que una persona vale lo que vale (la confianza en) su palabra.

¿En qué creo?: que “palabra” es un sonido que evoca narrativa y ética.

Mariano Barral Bermejo. 1932-2021

Gracias papá, por tu influencia.

 

Matterialismo es materializar proyectos que importan.

Importan porque su propósito conecta con el propósito de los públicos con quienes establece relaciones de intercambio: equipo interno, clientes, proveedores, inversores, instituciones, ciudadanía …

El propósito vive a ambos lados de la acera. Descubrir y conectar propósitos propios y ajenos es un acto civilizatorio.

La belleza del comercio.

Por eso me rechina la expresión «comercio justo». El comercio o es justo, o no es comercio, será otra cosa.

(Gracias a José Luis Antúnez y a mis compañeros en Tramontana. Son un caldo de cultivo efervescente).

Serie palabrajes, paisajes de palabras. No son palabrejas.

Este video sobrecoge. Lo he escuchado en silencio varias veces. Es una mezcla de iglesia y cuartel.

La expresión de una religión estatal hecha espectáculo de masa.

¿Esta es TODA la propuesta de valor que tiene China para ofrecer al mundo? No lo creo. El partido sí, pero ¿la sociedad china?

Sacar a  millones de personas de la pobreza material lleva cosido, como las olas del mar a la resaca, que también millones de personas se interesen por la libertad, la de pensamiento e iniciativa. Y eso funda la condición de ciudadanos libres, a diferencia de aplicados súbditos genuflexos.

Mientras tanto, esta narrativa del poder aplastante nos dice a occidente: «¿se han preguntado para qué sirve la democracia? Porque, fíjense lo que se consigue con orden y eficiencia«.

Tenemos mucho que pensar y hacer con la Libertad, sobre todo los que no la hemos vivido recortada.