Millennials, ¿algo más que una etiqueta?
Cuando alguien nos dice que el público objetivo de su producto son los “millennials” automáticamente brota en nuestra mente una imagen, cuyo contenido es una suerte de collage formado con fragmentos procedentes de la pléyade de estadísticas, informes, infografías, videos y noticias que se han publicado en los últimos cinco años.
Este tipo de publicaciones suelen ocupar bastante atención a describir cómo consumen los jóvenes llamados millennials, tratando de escudriñar qué criterios son los relevantes cuando toman decisiones de compra. Es lógico, los clientes de estos documentos son casi siempre marcas o empresas que prestan servicios a otras empresas, cuyo interés en los millennials es comprender sus patrones como consumidores.
Vistos desde esa mirada los millennials quedan reducidos a un “target”, otro más. Eso sí, de los más preciados.
Hace tiempo que sabemos que para comprender el modo de consumir es necesario comprender el modo en que decidimos vivir. Por ejemplo, entender las decisiones de la gente en el mercado inmobiliario te obliga a entender las creencias sociales sobre la convivencia en pareja, los procesos de formación de familias, las dinámicas de colaboración entre amigos, los modelos de relación laboral, las preferencias sobre movilidad, la importancia y sentido que damos en nuestras vidas a conceptos como “tiempo”, “patrimonio”, “territorio”, “estabilidad” o “prestigio social».
No es tan simple como tomar las estadísticas del precio del metro cuadrado, juntarlas con la facilidad o dificultad de encontrar crédito y con la renta media del comprador y ¡listo! ya tienes las claves para entender las decisiones de la gente cuando compra o alquila una vivienda. La verdad es que no es tan fácil … ni tan aburrido.
Por eso, por puro placer, cuando en 2015 nos propusimos entender a los millennials españoles lo hicimos metiéndonos en su mirada. Quisimos explorar si bajo esa etiqueta late una generación (una cierta visión compartida del mundo) o simplemente habita una cohorte demográfica (gente unida por su fecha de nacimiento, entre 1980 y 1995). A lo largo de ocho meses pusimos en marcha un proceso de investigación sociológica con el objetivo de comprender esta pregunta: ¿Qué Quieres Hacer Con Tu Vida?
Después de miles de kilómetros y 60 entrevistas en profundidad (de dos a tres horas cada una) con jóvenes de todo el país, diseñamos un cuestionario que fue aplicado a una muestra aleatoria de 2.000 jóvenes. Una muestra representativa de los cinco millones de españoles entre 21 y 30 años. Comparto en este foro aspectos que me han resultado reveladores.
Lo que yo deseo y lo que se espera de mi.
La juventud española actual lo tiene claro, y no es muy original que digamos: su respuesta a ¿qué quieres hacer con tu vida? es “quiero ser feliz”.
Sí, quiero ser feliz … pero hay algo que hace de fricción.
Esa fricción es la tensión entre dos fuerzas que convergen en cada joven: la fuerza de lo que yo deseo (la voz del impulso vital) y la fuerza de lo que se espera de mi (la voz del orden social).
Esta tensión marca la primera década de su vida adulta. Las energías de los jóvenes están enfocadas a lidiar con estas dos voces y la investigación nos ha permitido descubrir que hay tres tipos de jóvenes según es el modo en que afrontan esta tensión. Cada joven habita uno de los tres.
Brújula.
Quienes realizan su deseo: son personas que se dirigen a concretar su deseo de un modo inquebrantable e innegociable. Encaminan su vida desde su norte, por eso les llamamos “brújulas” pues, se muevan por dónde se muevan, su aguja nunca deja de apuntar al norte. No se pierden, siendo muy poco influenciables por las creencias sociales sobre lo que es éxito o fracaso. Su compromiso es firme con su deseo.
Reloj de arena.
Quienes supeditan su deseo: son jóvenes que en esta primera década de su vida aplazan o desplazan su deseo y “compran” lo que otro espera de ellos. Ese “otro” puede estar representado por fidelidades familiares, por expectativas de profesores, por el consejo de jefes, o de amigos, o de socios, o por la creencia social sobre la estabilidad, o sobre la idea de ser un buen padre o una buena empresaria. Para entender la mayor o menor satisfacción con su vida estos jóvenes toman muy en cuenta la creencia social sobre el éxito (al que aspiran) y el fracaso (en dónde no soportan “caer”). Su metáfora es la del “reloj de arena” pues para producir necesitan ese concepto de “otro” que les da la vuelta, es decir, que les orienta a producir: producir hacia la idea de éxito y en dirección contraria a la idea de fracaso.
Pila solar.
Quienes buscan su deseo: este tipo de jóvenes son puros experimentadores. Se hallan en la búsqueda de lo que les apasiona y aún no han encontrado su camino, no por escasez, sino por abundancia de opciones. Nada en ellos es aún lo suficientemente fijo, se muestran en una continua suerte de “ensayo/error”. Viven el mundo como un océano de posibilidades y aún no han fijado su propósito en la vida. Para estos jóvenes el mundo adulto es un referente importante, pues buscan en las experiencias de los más mayores las pistas que les ayuden a decantarse por unos caminos u otros. En ese sentido son moldeables, sensibles a su entorno, razón por la que elegimos la imagen de la “pila solar”, que se carga en presencia de energía y se descarga cuando esa energía desaparece.
Mientras viven en esta tensión y actúan desde alguno de los tres modos de afrontarla, los jóvenes españoles dan curso a los cuatro grandes asuntos que dan contenido a la felicidad con lo que quieren hacer con su vida:
La ocupación, entendida como ese tiempo de vida donde se genera la independencia económica y se pone en juego la aportación de sus talentos.
La educación. En esta década los jóvenes completan y complementan la etapa formativa “reglada” que comenzaron en su infancia. La educación es un contenido muy relevante en sus vidas, no sólo desde la perspectiva laboral sino también desde el disfrute de algún campo del conocimiento donde construir su relación con el mundo.
La familia de origen. Es el vínculo más directo con las raíces. En esta primera década de vida adulta llega el momento de ponerle alas, de poner alas a sus raíces. La emancipación es deseada y también lo es mantener una buena relación con la familia, especialmente padres y madres, pero también la tierra, las personas referentes, las comunidades … todo lo que ha forjado su crecimiento como persona desde la infancia.
Las relaciones. Amigos, pareja, comunidad … son la vida elegida. Los jóvenes celebran la vida con sus congéneres, con ellos crean, conviven, se nutren, confrontan sus deseos. Donde hay un amigo hay un puerto.
En este post voy a profundizar en el mediático asunto de la relación de los jóvenes españoles con los asuntos laborales.
El puzzle de lo laboral.
La fotografía actual de los cinco millones de jóvenes entre 21 y 30 años nos abre un escenario de diversidad, veamos.
a) Hay 1.180.000 jóvenes (23%) que no trabajan, ni lo quieren hacer porque básicamente están centrados en su formación.
b) Hay 680.000 jóvenes (13%) que actualmente dedican toda su energía a encontrar una ocupación remunerada. Técnicamente les denominamos “parados” aunque la actitud vital que encontramos en este colectivo es tremendamente activa, pues dedican una gran parte de su vida a la búsqueda de empleo. Este colectivo, junto a los jóvenes que están centrados en su formación representan la población que depende económicamente de otros. Suman 1,8 millones de jóvenes (el 36% de todos ellos).
c) Hay 1.350.000 jóvenes (27%) que desarrollan algún tipo de actividad remunerada que no les permite ser independientes económicamente, son por tanto jóvenes semi-dependientes. Lo intuitivo es pensar que ahí está la bolsa del empleo juvenil precario, ese “pozo” de ocupaciones que actúan como sumideros por dónde desagua la vida de tantas personas. Pero no, de esos 1,35 millones de jóvenes hay 800.000 que desempeñan ocupaciones que les gustan, aunque no les provean de independencia económica. Se trata de ocupaciones a tiempo parcial, o que complementan con otras ocupaciones (por ejemplo estudiar), y también de auténticas oportunidades de aprendizaje donde los jóvenes experimentan sus talentos y capacidades en los albores de su carrera profesional.
Junto a ellos hay otros 550.000 jóvenes semi-dependientes que están descontentos con su ocupación. Aquí sí podemos identificar el colectivo de jóvenes que cotidianamente dedican una parte importante de su vida a desarrollar trabajos que no les permiten la independencia económica y, además, generan un desgaste vital importante en su vida diaria. Estos jóvenes representan el 11% de todos los jóvenes y, sumados al 13% que actualmente están en la búsqueda de empleo, nos da esa cifra que dice que uno de cada cuatro jóvenes españoles está en una situación laboral difícil: 1.230.000 personas.
d) Finalmente nos encontramos con el grupo más numeroso, 1.900.000 jóvenes que tienen ocupaciones con ingresos que les permiten ser independientes económicamente (37%). Ahora bien, no todo es jauja. Hay 500.000 de estos jóvenes que están insatisfechos en sus quehaceres laborales. A 700.000 de ellos les gusta lo que hacen y a otros 700.000 no sólo les gusta, sino que les apasiona.
¡Qué pluralidad! Sólo con hablar de la relación laboral ya nos da para identificar siete situaciones relevantes que tienen sobrada capacidad de influir en cómo los jóvenes articulan sus vidas, pues no vivimos la vida igual ….
1. Si somos estudiantes.
2. Si nuestra prioridad cotidiana es encontrar empleo.
3. Si ya tenemos un empleo que no nos da independencia económica y, para más inri, no nos gusta.
4. Si el trabajo nos mola, aunque no nos dé independencia económica.
5. Si el trabajo nos permite pagar las facturas, pero no nos gusta.
6. Si nos gusta y además el bolsillo está cubierto.
7. Si no sólo nos gusta, sino que nos apasiona y nos permite una economía independiente.
¿Ante esta pluralidad nos quedamos satisfechos cuando identificamos a toda esta generación, de un plumazo, como “millennials”? ¿Esta denominación nos ayuda a descubrir o nos aleja del entendimiento? ¿Desvela o esconde?
Te invito a reflexionar sobre ello si estás pensando en los millennials como el público de tus historias. Yo prometo seguir compartiendo en este querido foro más hallazgos reveladores sobre cómo los jóvenes españoles viven la educación, la familia y las relaciones.
Si no te aguantas las ganas visita quequiereshacercontuvida.com, allí encontrarás un documental y un resumen de la investigación que hemos desarrollado con nuestro amigos de Quiero Salvar el Mundo Haciendo Marketing y el apoyo de Global Shapers.
(Este post fue publicado originalmente en Innovación Audiovisual).
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