El verano me huele a verbena.

Sí, olor a verbena y a la hierba del huerto donde me escondía para fumar.
Verano rima con infancia y noches de estrellas agolpadas,
y con charlas debajo de un olmo en un pueblito castellano.
Y con segadores, y con hoces, y con caballos viejos rendidos que, con andares cansinos, se dirigen a su cuadra.
Y con la voz de mi madre llamándome a comer …
Y con un tomate de la huerta con una pizca de sal …

En fin, verano rima con holganza y aventuras. Con paja seca humedecida por esa nube.

(La foto tan chula la captó mi amiga Belén Viloria en las inmediaciones de Bahabón de Valcorba, Valladolid. España. Gracias Belén)

5 comentarios
    • Luis Miguel Barral Dice:

      la Castilla eterna me acompaña, es un eco de ese niño juguetón que todos los veranos vivía en aventuras sin fin. Aventuras orgánicas -que olían- y aventuras sin límite, pura imaginación desbocada.
      Al ver tu foto, se despertó de pronto todo eso. Sentí que me hiciste un regalo. Mil gracias!!

      Responder

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *