Verano.
Sí, olor a verbena y a la hierba del huerto donde me escondía para fumar.
Verano rima con infancia y noches de estrellas agolpadas,
y con charlas debajo de un olmo en un pueblito castellano.
Y con segadores, y con hoces, y con caballos viejos rendidos que, con andares cansinos, se dirigen a su cuadra.
Y con la voz de mi madre llamándome a comer …
Y con un tomate de la huerta con una pizca de sal …
En fin, verano rima con holganza y aventuras. Con paja seca humedecida por esa nube.
(La foto tan chula la captó mi amiga Belén Viloria en las inmediaciones de Bahabón de Valcorba, Valladolid. España. Gracias Belén)
hermoso!
Feliz de que mis orígenes te hayan servido de inspiración!. Leyéndolo casi puedo sentirlo en mi piel 🙂
Y ahora, querido compañero… vamos a por el último y apasionante tramo del año!
la Castilla eterna me acompaña, es un eco de ese niño juguetón que todos los veranos vivía en aventuras sin fin. Aventuras orgánicas -que olían- y aventuras sin límite, pura imaginación desbocada.
Al ver tu foto, se despertó de pronto todo eso. Sentí que me hiciste un regalo. Mil gracias!!
Gracias, me has hecho sentir el placer de recordar mis vivencias de niño en los veranos que disfruté en Galicia.
Preciosa foto.
:))